miércoles, agosto 11, 2004

Par de Ojos no era una niña común y corriente. Era tal vez lo más cercano a algo real en kilómetros a la redonda y aunque tenía ojos que miraban el mundo, esos mismos ojos eran su más grande maldición.

Ella no quería ver nada.

Le dolía tanto verse atrapada en el circo, que pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo y reparando heridas. Al principio pensó que el acto del corazón era una buena idea, que el Espectador reaccionaría de alguna forma y despertaría... que finalmente despertaría de ese letargo idiota. Pero semanas pasaban y él seguía sentado mirando, mirando ausente lo que sucedía en la pista.

Al principio Par de Ojos pensó que sería sencillo, que tan sólo necesitaba tiempo para despertarlo, mas con el tiempo se fué dando cuenta de que era algo más lo que hacía falta. Poco a poco iba perdiendo la memoria de cómo había llegado a este lugar y así mismo iba perdiendo la noción de por qué era tan necesario despertar.

En los momentos en que despertaba y comenzaba a mirar detenidamente sus manos, sus pies, sus heridas y su carretilla, abrazaba fuertemente al Oso de Felpa esperando tal vez poder introducirse entre sus pelos y yacer ahí. Dormir eternamente calientita, mucho mas que con el raído, sucio y apestoso saco que había encontrado y que había encontrado la forma de marcarlo y junto con el Oso de Felpa era lo único que le pertenecía. Eso y sus heridas, porque incluso sus recuerdos se iban perdiendo.

Tan sólo debía despertar.
Era lo que podía recordar y a eso se aferraba.
Despertar al Espectador.